Mis 4 años de operaciones11 meses... 11 meses habían pasado y todo era distinto en mí: los olores y sabores los apreciaba más, la forma de pensar no era la de un niño y la manera de sentir se volvió algo especial.
Me di cuenta de que todo el tiempo que estuve ingresado hizo que cambiara la forma de ver la vida y de vivirla. Era el momento de vivir y de no tenerle miedo a nada más. Pasaron los meses y todo iba bien: conseguí poder andar sin muletas, el pelo creció fuerte y la sonrisa no dejaba de estar en mi cara; pero todo cambio. En una de mis revisiones, se vio algo en el TAC, algo que no debería estar ahí. Encontraron una mancha en el pulmón. En ese momento no creí lo que estaba escuchando, no quería creerlo... Mi mundo se volvió a caer y sólo me repetía la misma pregunta, ¿Por qué? ¿Por qué a mí? |
Llegó el día de mi primera operación de pulmón. Un día en la UCI sin ver a mis padres y luego una semana sin poder moverme. Todo esto para volver a escuchar lo que más temía: era un tumor maligno, mi enfermedad había hecho metástasis al pulmón lo que conllevaría estar de revisiones cada poco tiempo.
Todo este tiempo desde que salí del hospital siempre hice vida normal. Era solo un niño de 16 años que había pasado por un cáncer y una metástasis de pulmón, pero no se quedó ahí... A los pocos meses me volvieron a salir dos tumores, uno en cada pulmón. Esta vez ya no era solo un pulmón, eran los dos, y ya no podían operarme en el infantil, me tenían que operar los expertos en tumores pulmonares. Después de que estás operaciones salieran bien, después de que ya pensara que todo acabaría, me salió otro en el pulmón derecho y en la cadera. Mi enfermedad volvió a tocar un hueso y eso conllevaba tener que quitar un trozo de mí. Ya no solo tendría una prótesis, ahora tendría dos, una en la pierna derecha y otra en la cadera izquierda. Llegué al punto de pensar que sería de mí, cuanto aguantaría mi cuerpo; pero no pude pensar tanto... La última operación de pulmón salió mal: tuvieron que cortar medio pulmón y produjo una infección cuya única solución era hacer una toracotomía abierta (un agujero desde la espalda hasta el pulmón) para hacer curas diarias y evitar que la infección pudiera ir a más y afectara al pulmón operado. Habían pasado 4 años, 4 años en los que no había parado de operarme. No entendía nada. Solo veía que cada vez mi cuerpo estaba más marcado por esta enfermedad, pero me prometí no rendirme nunca. Tenía muchas personas que confiaban en mí y a las que no podía defraudar, pero sobre todo a mí mismo. No podía dejar escapar esta lucha que estaba ganando. Mil golpes podría recibir mi cuerpo, pero mi corazón y mi mente seguían con ganas de luchar y, por supuesto de vencer al cáncer. |